Un buen entrenamiento es labor de todos. Por José Ángel Guedea Adiego.
Estoy desmotivado, me dice un alumno al final de una clase cuando encuentra que no se ha entrenado todo lo bien que esperaba, porque no han venido algunos de sus compañeros.
Y es que, víspera de un puente, semana de exámenes, compromisos familiares, celebraciones… a veces se juntan distintas situaciones y nos faltan los alumnos.
Cuando un judoka no acude a entrenarse solo piensa en su motivo que le ha hecho faltar, y en lo que influye en él su falta en la sesión, pero no se da cuenta de cómo su ausencia pueda influir en el entrenamiento de sus compañeros y en del grupo.
Evidentemente en la vida del judoka hay prioridades y si está en la edad, su obligación primera es estudiar y si adulto, cumplir con sus obligaciones en el trabajo y con su familia.
Si le preguntas, alega que tiene que organizarse, que tiene que estudiar o siempre tiene alguna excusa familiar cuando no viene a entrenarse.
Lo que nunca piensa es en la importancia que tiene él en el entrenamiento para los demás. No piensa en la desmotivación que puede provocar en sus compañeros incluso en el profesor, que “por obligación” siempre tiene que estar.
Una vez hace muchos años, cuando mi alumno Manuel Orgaz se entrenaba a diario, le oí decir a sus compañeros: “si un día que he quedado con el maestro llego al club y no está, me jiño porque seguro que le ha pasado algo…”
El profesor de Judo francés Juan Cotrelle, hablando de la relación del profesor con su judoka decía que había tres niveles: cliente, alumno y amigo, y los alumnos como pagan su cuota se consideran clientes, y como tales con derecho a elegir entre ir o no ir, sin darse cuenta de que cuando han pasado a la fase de alumnos, tienen una obligación cuando menos moral, con sus compañeros, el club y con su profesor.
Y es este alumno desmotivado por la ausencia de sus compañeros, el que a los pocos días, falta también a un entrenamiento sin razón aparente alguna.
¿A quién has invitado hoy? Pregunto a Santi.
Santi es el cadete que llega primero cada día, se sienta a hablar conmigo y me enumera a sus compañeros que le han confirmado por wasap que se van a pasar.
En ocasiones hay adultos que se ponen de acuerdo para acudir a entrenarse. Cuando se produce esta situación y se juntan todos realizan un entrenamiento importante, pero si quedan para otra actividad coincidiendo con el tiempo de la sesión y van a faltar, deberían comunicarlo a todos sus compañeros de entrenamiento, incluso al Profesor, para que todos supiéramos a que atenernos.
¿Y si no viene nadie? Digo a Santi cuando se acerca la hora y no ha entrado ninguno de sus compañeros.
Porque el entrenamiento lo hacen ellos. Los profesores tenemos que marcar las pautas de lo que se va a trabajar. Tenemos que tratar de introducir en el entrenamiento a nuestros alumnos y estos una vez puestos en canción, ponen su actitud, interés, intensidad y esfuerzo.
De todas formas para el profesor de Judo en el momento de impartir la sesión, los alumnos importantes son los que han asistido y es a ellos a los que se debe, y aunque quizá se haya desmotivado porque los que esperaba que fueran a estar no han acudido, tiene que dedicar, procurar y hacer que el entrenamiento resulte satisfactorio para todos.
Y los judokas tienen que colaborar y querer entrenarse. Porque para que un entrenamiento pase a ser un “pedazo de entrenamiento”, hace falta que todos pongan de su parte, porque un buen entrenamiento es labor de todos.
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